(i) Cuando Akbar el Grande asciende al trono del Imperio mogol en India, el arte persa e indio se fusionan creando un estilo único. El estilo cristiano es único. Cúpulas románicas sobre pechinas y sobre trompas, escuelas episcopales que derivan en Universidades, asombro y estupor ante miles de abadías, iglesias y catedrales. Cristianismo es el pontificado de Constantino I, hombre hábil para los negocios y de gran energía, a quien el miedo (padeció graves acontecimientos) jamás venció. Y el fresco del siglo XIII en la iglesia inferior de la Gruta Sagrada de Subiaco. O aquel pequeño capuchino de quien nadie creyó capaz al principio que arrancara muchos pelos de las barbas de los turcos y logró la decadencia de su amenaza salvando así (o no ahogando) a la civilización europea -me refiero a Inocencio XI. No son mis Papas preferidos, pero quise aplicar benevolencia metodológica y no odio (y además no mentir)
(ii) Alberti, en De pictura, afirmó de la basílica de Santa María de Fiore: “Esta construcción enorme que se eleva hacia el cielo es tan vasta que podría cobijar a toda la población de la Toscana bajo su sombra” Si no crees en Dios y bellezas sublimes iguales, probablemente creas (te cobijes) en Ignatius Farray, las Twanda Rebels, Puigdemont, el animalismo histérico, el anti-taurinismo, el veganismo, el anti-tabaquismo como destino en lo universal, y otras religiones de sustitución.
(iii) El primer paso de la lucidez está en admitir, con buen humor, que nuestras ideas no tienen por qué interesar a nadie. El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo es pegarse un tiro en el alma. Los hombres son menos iguales de lo que dicen y más de lo que piensan. El que se cree original solo es ignorante. Yo creo en Dios por eso, y algunas cosas más.
(iv) El nombre de Pío IV va unido a muchas obras públicas en Roma y llevó a feliz término el Concilio de Trento.
León X, hijo de Lorenzo el Magnífico, el primer Médicis en el Pontificado, tuvo una pequeña corte de literatos, hombres de ciencia y artistas; él mismo era poeta, músico, arqueólogo y filósofo, con varia cultura y con un ingenio versátil, sensible a toda forma o incitación de lo bello, pero acaso un diletante falto de profundidad. El siglo de León se llamó “áureo” gracias a su mecenismo. Promocionó y protegió a la Universidad, y por su empeño, empezó una nueva era la carrera de Rafael. Todos los poetas y humanistas debemos encomiar a este Papa mediceo.
Benedicto XIV reflexionó con superior inteligencia y extraordinaria erudición. ¡A lo mejor me reprobarán -escribió- el que haga una escapatoria por los poemas de Dante, Tasso o Ariosto; pero es que a menudo necesito recordarlos para tener una expresión más viva y mayor desenvoltura de pensamiento”. Docto, y amigo de los doctos, fue sombra benigna de los doctos. Iban a Roma a debatir y consultar con él los sabios de mayor nombre y fama de Europa. Deseaba obispos y clérigos, no solo piadosos y de costumbres ejemplares, sino también de vigorosa solidez intelectual. Monarca sin favoritos ni cortesanos -papa sin nepotismo-, y doctor sin orgullo -censor sin acrimonia. Voltaire, corifeo contra la religión, escribió un dístico a Benedicto XIV muy admirativo: "Lambertinus hic est, Romae decus et pater orbis / Qui mundum scriptis docuit, virtutibus ornat".
¿Qué se predicará del Papa Francisco? ¿Del lelo Papa pop? ¿Del peronista populista de barrio con grafiti y sórdido sótano de lavacoches industrial? Dirige la cristiandad con pósits de autoayuda. Un imprudente incorregible y chabacano. Que un Papa hable de las caricias y masajes -por ejemplo- de otro miembro de la curia es sórdido, con la ligereza inelegante de un bárbaro. Pidió en Lesbos a la UE que acoja a los inmigrantes ilegales. ¿Por qué no pide a los gobiernos corruptos, sectarios e incompetentes de los países de origen de los inmigrantes que dejen de robar, cesen sus guerras y administren de manera eficaz? Eso por nombrar algo de sus últimas y novísimas “ideas” y manifestaciones públicas. Muchos son mis pecados; espirituales -más graves- y carnales. Pero no soy Papa, caramba.
Es éticamente dudoso, estéticamente paupérrimo, intelectualmente nulo, teológicamente ignorante, políticamente indeseable, pardillo y temerario, cerebralmente mermado, conductualmente bochornoso y vergonzoso (ay esas ruedas de prensa al pie del avión, ay, ay). Sin buena voluntad, sin alma generosa o perspicaz, innoble, un talentillo débil, un calculador superficial, metepatas, divisor, sin brillo propio, polémico, monstruosamente iletrado e inculto, de maneras groseras, de bondad impostada, inmaduro y vanidoso, inútil y cacaseno.
W.B. Yeats: “Los mejores carecen de toda convicción mientras los peores/ están henchidos de apasionada intensidad”.
Este Papa es peor que una garrapata en un peluche.