1—En el principio las islas eran de todos colores.
Algunas eran violeta, y todo allí era del mismo color,
los árboles, la arena, las rocas.
La policromía era asunto de lejanía.
Cuando las canoas se apartaban, se veían varios colores.
De otro modo, sólo uno.
Era muy hermoso llegar a un paraje celeste o lila
azul cobalto o cadmio.
2—Después hubo un continente lleno de lomas.
Sus habitantes felices amaban la puesta de sol.
Los árboles crecían en el hemisferio y a nadie le faltaba
paisaje. Todo era curvo, y las demás formas no existían;
la línea recta no se conocía, ni para caminar.
La vista doblada y el cuerpo y el pelo crecían en forma
ondulada. Amaban en ritmo circular y pensaban en elipse.
En una de las curvas, el continente dobló la línea
de lo real y pasó a otra dimensión.
No es que haya sucumbido en algún cataclismo, simplemente
sobrepasó los límites y desapareció para nuestros ojos.
3—Aumentan los ancianos.
Por fin el universo quedará arrugado.
4—Hay estrellas en las que los seres no hablan.
Tan solo se miran. No son gregarios. Viven solos y se
multiplican durante los paseos nocturnos.
Viven para el gozo y la quietud. Al más leve sufrimiento,
caen fulminados. Es su voluntad, consideran que es ajeno
a la vida.
5—Los gérmenes de las estrellas no pueden ser evitados.