Hoy princesa inocente el bravo Marte,
en holocausto a tu brillante suerte
como ha sido el primero en anunciarte,
es también el primero en protegerte.
El cañón que resuena al aclamarte
sólo sabrá sonar por defenderte,
que sin temer sus rayos en la tierra
segura estás en paz, segura en guerra.
De una reina adorada en el regazo
dormita en paz, angélica María,
mientras tu nave la gobierna y guía
del buen piloto el incansable brazo.
Unido al trono con estrecho lazo
en su lealtad tu porvenir confía,
que bogando por ti con rumbo cierto
ya no descansa hasta llevarte al puerto.
Badajoz, 1851