De niña, el riachuelo
y las aves también me divertían,
y cuantas por el suelo
lindas flores se abrían,
a mi regazo fáciles venían.
Mas ya ¿dónde el hechizo
de esas llanuras para mí se encierra?
si de verde o pajizo
se engalana la tierra,
si brota el árbol, si la flor se cierra.
Un alma alborozada
tantos encantos y mudanzas vea:
la mía desolada
de cuanto la rodea,
sólo con el silencio se recrea.