El cardiólogo insiste en que el corazón no duele. El hígado no duele. Nada duele. ¿Y el cerebro? El cerebro es la oficina postal del cuerpo. Envía mensajes de melancolía a nuestros corazones, hígados y deditos gordos de los pies. Timbra mensajes de penas con destino a nuestras bilis.