Yo pienso como Byron: me arrepiento
de los pecados que no he cometido,
de las violentas lunas del pasado,
de la huella terrible de mi sombra,
de los rostros que tuve y que desdeño,
de la carne fugaz y adolescente,
del láudano y el vino de la boca
que besé por placer y por locura,
del santo Grial que puebla mi memoria,
de los himnos cantados por las Parcas,
de un hermoso dibujo de Leonardo,
del alba que persigue a mis amantes,
y de aquella penumbra en que concibo
mi rostro frente al agua condenándome.