Carilda Oliver Labra

Canción para decirme en marzo

Es cierto que estoy hecha de esquinas imposibles,
de libélulas rudas y yerbas solitarias.
Es cierto que estoy cerca de los sollozas vírgenes
y de este sol que vuelve en todas las mañanas.
Y tú, hombre parado a un quizás de la ausencia,
te me vas pareciendo un poco a mis vestidos.
Ya no sé si es que estamos cuidando las estrellas
o si para llamarte me acuerdo de algún niño...
Sé que discuto un rato a veces con mi sangre,
sé que los arco iris están donde te quedas;
sé que me voy muriendo en esta carne
y que por ti hasta el agua ya tiene primavera.
Hoy puedo contemplarme la piel en una rosa.
Acaso entre mis dedos los pájaros empiezan.
No importa que te mire desde las cosas rotas:
es casi necesario que yo sepa a tristeza.
Como tú me conoces este tamaño absurdo
la luz es partidaria continua de la aurora,
como yo te comprendo el exilio absoluto
el cielo se ha tirado debajo de mi sombra.
Hay la mitad de un beso desde Dios a tu frente,
hombre que le estropeas el candor a la luna.
Si tú te enamoraras de la palabra “siempre”
y pudieras taparme con la mirada última,
sería fácil irse la tarde de algún jueves
o tal vez me alegrara de haber venido tuya.
Hombre que me estremeces la orilla del asombro:
ponme el verano entero aquí por la cintura...
Quiero saber que soy más lícita que un loto.
Le estoy soñando un nuevo corazón al azúcar.
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