Ronronea la mañana con su misticismo
de depresión,
con su cara de astucia
y sus ojos hinchados.
Un planeta común espera
las esperanzas de terrestres comunes.
Los romances se quedan
en el mazo hasta el mediodía.
Los mensajitos y
las miradas incógnitas rozan el terror.
Siguen siendo el menú de lo contemporáneo,
silvestres y ciudadano,
de este edificio horizontal.
La mañana a todos nos convoca para
jugar de titular.