UN SONETO PARA SORIA
Llorando sigue el Duero por Numancia,
cuando zurce los hilos de sus sueños
en las sombras de chopos ribereños
que llevan a sus torres su fragancia.
Pues el puente de piedra en elegancia
y sus muros vetustos y roqueños,
negaron aceptar, del Lacio, dueños;
con feroz patriotismo y arrogancia.
El silencio se escucha de los evos
con sílabas de piedra florecida;
y el verso aborrascado urde la historia
de raza de Numancia en años nuevos,
que cabe al río Duero cobra vida,
mientras ritma un soneto para Soria