EL HOMBRE ES DEL CIELO Y DE LA TIERRA
Al hombre lo ecuaciona su paisaje,
le marca su perímetro el arroyo.
El canto del turpial sirve de apoyo
para trazar la urdimbre de su traje.
El susurro del viento es su lenguaje,
con sílaba inicial en el pimpollo;
que teje en hilo verde en el cogollo
la sombra vegetal de su follaje.
Desde sus ojos de exaltado vate
vuelan inquisidoras sus miradas
porque pretende arrebatarle al cielo
respuesta a la ecuación, en que debate
sus angustias de número en miríadas,
que Isis, la diosa, oculta con su velo.