EL GALLO
En brunas y noctívagas jornadas,
con su voz de clarín fue condenado,
a servir de reloj al desvelado,
que al sol espera por las madrugadas.
Confidente del sabio que investiga
los profundos secretos de la ciencia
con paso firme, con tenaz paciencia,
sin dejarse vencer por la fatiga.
¡Gallo trasnochador y de combate!
que alardeas del brillo de tus plumas
y del harén alado que te aguarda.
Con el hinchado cuello de granate,
a todo contendor, pronto, lo abrumas
con tu afilada espuela que acobarda.