I
¡Pobre Madre! está llorando
al pie del santo madero;
el pueblo murmura fiero,
por la montaña girando,
y la luz muere en la sombra;
y el nublado se agiganta,
y la creación llora y canta
con voz que aturde y asombra.
¡Pobre Madre!... ante los sones
de sus dolientes afanes,
alzan truenos y volcanes
sus más terribles canciones.
Y el ángel llora... y se arredra,
rugen los mares inquietos,
y se alzan los esqueletos
sobre sus tumbas de piedra.
Porque es tan hondo el pesar
de la Madre del amor, [12]
que llora el mismo dolor
al contemplarla llorar!
II
Ella vio al hijo nacer
su esperanza realizando;
ella le durmió cantando
las endechas del placer,
ella, con ansia divina
dejó sus plácidos lares;
cruzó de Judá los mares,
las cumbres de Palestina;
y siempre del Hijo en pos
le siguió amante y serena,
¡como sigue el alma buena
la sombra santa de Dios!...
Hoy... pobre Madre... lo mira
sobre el Gólgota sangriento,
suspiros lanzando al viento
que en torno del árbol gira.
Lo mira triste, llorando
por el pueblo su asesino;
oye su acento divino
¡perdón!... ¡perdón!... murmurando.
Ve sus sienes desgarradas
por las espinas crueles;
ve marcados los cordeles
en sus manos venerandas:
y si oye de su ansia en pos,
del pueblo el acento fijo,
ve... ¡que le matan al Hijo
por el crimen de ser Dios!...
III
Pura... mística azucena
del desierto de la vida;
lámpara siempre encendida
para templar nuestra pena:
¡celeste y eterno lirio
por los ángeles cuidado;
puro clavel perfumado
con la esencia del martirio!...
Yo vengo, Madre, a besar
las estrellas de tu manto:
vengo a regar con mi llanto
los mármoles del altar:
yo padezco a tu dolor;
lloro al mirar tu agonía;
yo tengo por ti, María,
rico manantial de amor.
.........................
Del relámpago a la luz
que la tormenta anunciaba,
yo vi a Dios que vacilaba
bajo el peso de la cruz.
Lo vi triste ante el desdén
del pueblo vil y asesino;
lo vi con llanto divino
llorar por Jerusalén.
Vi su cabeza sangrienta
tocar en la dura roca;
vi un insulto en cada boca,
y en cada grupo una afrenta.
Y al verte a su lado ir
dije con llanto de amor:
¡pobre Madre del dolor,
cuánto deberá sufrir...!
IV
Pueblo... con llanto profundo
ve a contemplar su agonía;
hoy es la fecha, es el día
de la redención del mundo.
Do quiera se oye el concierto
de la más honda tristeza;
hasta la naturaleza
parece que toca a muerto.
El templo, todo es dolor;
negra el ara, poca luz;
sobre el sacro altar, la Cruz
sosteniendo al Redentor.
Al pie de la Cruz, María...
cerca, el sacerdote implora;
allá en las tinieblas, llora
el órgano una armonía.
De las campanas el son
no se mezcla en el lamento,
por no turbar en el viento
los ecos de la oración;
y la luz que ante el altar,
mal a la sombra resiste,
está tan triste... tan triste,
que no se atreve a alumbrar...!
Todo es llanto, y es dolor;
mujeres, niños, ancianos,
venid, venid de las manos
a llorar al Redentor...!
Venid ante el que se inmola
por calmar vuestra alegría;
venid a ver a María
que está sollozando, y sola...!
Llegad de vuestros hogares
con ofrenda a sus dolores;
dejad los campos sin flores
para adornar sus altares,
y no deis al corazón
hoy consuelo a su quebranto,
porque será vuestro llanto
la segunda Redención...!