Si soplar es vivir, viví. Mi propia
sangre gusté y en verso la celebro.
Volqué como divina cornucopia
mi corazón colmado en el cerebro.
Viví sintiendo mi rumor, hablando
conmigo nada más, con el empeño
de ver sólo lo que iba imaginando.
Y quizá de la vida me hice un sueño.
Hoy siento despertar a mi memoria...
Con la inutilidad de un ciego miro
y no comprendo nada más que al cielo,
al cielo que ya no es cosa ilusoria.
Y hoy que a vivir empiezo más suspiro,
porque lo que comprendo no es consuelo.