¡Feliz quien junto a ti por ti suspira,
Quien oye el eco de tu voz sonora,
Quien el halago de tu risa adora,
Y el blando aroma de tu aliento aspira!
Ventura tanta, que envidioso admira
El querubín que en el empíreo mora,
El alma turba, al corazón devora,
Y el torpe acento, al expresarla, espira.
Ante mis ojos desparece el mundo,
Y por mis venas circular ligero
El fuego siento del amor profundo.
Trémula, en vano resistirte quiero...
De ardiente llanto mi mejilla inundo...
¡Delirio, gozo, te bendigo y muero!