Aurelia Castillo

Orientales

Desnudos los torsos de negro luciente,
Por arreos de guerra machete y espuela,
El ojo encendido cual roja candela,
Los miembros hercúleos, altiva la frente,
 
El brutos al pelo se lanzan de Oriente,
Turba de centauros que en los campos vuela.
Un héroe los manda; su rígida escuela
En rápidos triunfos los lleva a Occidente.
 
El héroe que un día, de infausta memoria,
Purpurado en sangre cayó en Punta Brava;
El que allá en las nubes y en rayos de gloria
 
Con fulmínea espada trazó Coliseo;
El que vino al mundo de una estirpe esclava,
Y hoy admira al mundo: ¡El grande Maceo!

El Fígaro, mayo 20 de 1902

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