Quisimos ser sexys,
provocarnos dilataciones,
poner nuestros labios a arder
y a babear...
Pero nos delataron
las manchas de jugo en las comisuras,
el chocolate entre los dientes,
las prendas con animalitos...
No nos quedó más
que reír por nuestras niñerías
y comernos como tierra
y chuparnos como caramelos.