Me abandonaré a la corriente,
que me arrastren los perros del cruel deseo
hacia el oscuro imán del desconcierto.
All-in al delirio nervioso,
al ímpetu ciego,
al desguace...
Ningún jardín quedará ileso
ante la jauría turbulenta,
ladrarán a cualquiera,
morderán lo poco de mi inocencia
y lamerán el ossobuco
de mi intelecto.
Que corran tristes y libres
tragando categorías
como mierdas perdidas
en los márgenes de la vereda,
ahuyentando billetes y amores
con su sarnoso brío enmohecido
que hagan lo que quieran,
no me pidan más.
Me masturbaré hasta la miseria
y el desafecto,
hasta eyacular los últimos perros,
que corran,
se enciendan como fósforos
y por fin se desvanezcan
como aquellos pájaros
que mueren volando.