Tanto tensar tendones,
tirar piedras con los labios,
exprimir centavos raudos,
salí a buscarme a las montañas
siguiendo iluso
mis huellas de la otra vez.
Al final
el tesoro eran
más mapas,
cartas
para perderse,
en lugares espontáneos,
donde pequeñas flamas brotan
como saludos, como señales
como ahora que escribo y fumo
en el baño de un vivero.
No se puede vivir de la casualidad
y aún asi lo importante
es colateral.