Hice de una concha un cenicero,
y de la hierba hice cenizas;
y de las bombillas estufas fugaces
en las que calenté mis manos.
Hice de la vida un pulso,
y de las flores que arranqué del campo
hice un ramo de hojas muertas;
y decoré el vacío:
la piel, el corazón
y las estanterías.
Hice papel del árbol
y a la leña prendí fuego;
e hice de mis ojos,
de mi carne,
mi poesía.
No dejes que te roce,
hice de la arcilla un muro,
y un refugio con cartones,
y un grabado con mi pluma;
y una decepción de una promesa,
y del amor un juramento;
un excremento de un manjar;
y de batir las aguas
hice espuma.
Antes de que llegue el hambre,
o domestique al perro,
o convierta los senderos
en camino
y los pucheros
en basura;
huye,
amor mío,
puedes salvarte.