Son esos dias de Abril,
cuando la luz se recuesta
en lluvias de lagrimas minimas,
dejandose caer sobre techos y espaldas,
humedeciendo maderas y esquinas.
Es el tiempo,
de recoger la semilla del arbol,
con la premisa almacenada,
de oloroso crecimiento
y agasajo de futuras libaciones.
Es la tarea de dibujarse
en las ventanas
y observar el resultado
de las declaraciones
y sus batallas de triunfos
sin aplausos.
De mirarse la manos
y lavarse la sangre
de los actos arrepentidos
en la lucha sorda
de angeles y hermanos.
De regresar a la virtud
con el saber ya adquirido
y asi volver a empezar,
mejor aun hoy,
que el ayer vivido.