Inspirado en “La tregua”, de Mario Benedetti
¿El mar? ¿El cielo? ¿Zafiros? ¿Unicornio? Miranda mía: Dios creó con delicia tus ojos infinitos.
De anhelos cumplidos, de arrojo en el tiempo, de gente del alma que un día partió. De niñas de ensueño
Surgiste de una caricia y demandas muchas más. Sé que soy privilegiada por reflejarme en tu mar, por tenerte en mi regazo
Bate sus alas con soberbia triunfal. Reina el silencio: Hay pasión que perturba... y una niña detrás.
Nos rigen ciclos que se antojan eternos. ¡Busca el valor! ¿Hogar? ¿Pasión? ¿Trabajo? Solo vuelve a empezar.
Cuando tu aliento acaricia mi oreja.., embriagador, y no median palabras... ¿me invitas al placer?
Es una angustia que bloquea los sentidos. Es una bestia que amilana las fuerzas y desgarra tu Paz.
Si pudiera hacer un poema sería para ti. Porque vuelas entre nubes creando mil y una historias, porque ríes a destajo,
Tú dime entonces, ¿qué se siente al saber que tantas noches de perplejos desvelos llegarían a Dios?
Días sin fin que destrozan mi esencia. Incertidumbre... Con la fé que se agota, me pregunto: ¡¿por qué?!!
Cuando parece que revientas de amor, ¡aún das más..!
Si me rozases... le prendo fuego al mar. Así de simple.
Mientras los años no aminoren tus ganas, leas un libro y admires una flor, vivirás.., ¡nacerás...!
Complicidad de latidos y savia. Vientre fecundo portador de Esperanza... ¡El milagro de Dios!
Risas, alergias, manos entrelazadas... Tú y yo. Nosotros. Sexo, proyectos, lágrimas... Son quince años de amor.