Cocineros de la luna
Juan y Lulú, dos pequeños cocineros,
decidieron cocinar un postre sincero.
—¡Hagamos un flan con trocitos de estrella!
—¡Y un pastel que parezca la luna más bella!
Con leche de nube y azúcar del cielo,
batiendo con rayos de un sol caramelos,
pusieron la mezcla en un horno espacial,
y el dulce flotó... ¡era muy especial!
Ahora en la luna, si miras con tino,
verás que hay huellas de un postre divino.
El chef despistado
Panchito quería aprender a cocinar,
pero su mente no paraba de jugar.
Quiso hacer sopa y echó confites,
quiso hornear pan y usó barrilites.
Hizo una pizza con dulce de leche,
luego un pastel de zanahorias con peces.
Su abuela, al verlo, no pudo aguantar
y riendo le dijo:—¡Eso no hay que mezclar!
Pero Panchito, con su inspiración,
abrió un restaurante sin preocupación.
Su plato estrella es muy singular...
¡helado caliente con gusto a lunar!
La ensalada encantada
En casa de Anita hicieron un plato
con ingredientes de lo más raros:
hojas de trébol y un poco de sol,
rodajas de risa y gotas de amor.
Al darle un mordisco pasó algo asombroso:
¡todos flotaban como mariposas!
La abuela giraba, papá hizo un trompo,
el perro aplaudía saltando de asombro.
Desde aquel día, en casa de Anita,
cocinan la magia con mucha alegría.