Pobres huérfanos de la Navidad
En noche fría,
sin más abrigo,
ni un solo amigo
les sonreía.
La vida es fría,
la calle amarga,
y el alma carga
su pena impía.
En la vereda,
niñez perdida,
su voz herida
la noche queda.
Nadie se hospeda
en su ilusión,
la compasión
ya no se hereda.
Miradas tristes,
ojos vacíos,
sueñan ríos
que no conquistes.
Ni los alpistes
del cielo caen,
ni paz les traen
los días grises.
¿Dónde el calor
de hogar amable?
¿Dónde un amable
puente de amor?
Sólo el dolor
como vestidura,
y la amargura
en su interior.
Navidad canta
campanas llenas,
mas sus cadenas
el gozo espanta.
La vida planta
crueles abrojos,
y llueven ojos
de infancia santa.
Falta la mano
que dé al hambriento
pan, alimento,
gesto temprano.
Un gesto humano,
¡oh, humanidad!
para el orfandad
de amor cristiano.
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