Víctor Dupont

Por la abolición de la realidad

Para acabar con la realidad.
Para acabar en la cara de la realidad.
Para acabarla con un cumshot perfecto.
Para acabarla y que caigan en ella
gotas de espesa esperma.
Para acabarla y que se deslicen, perversas,
por todos sus ojos y labios.
Para acabarla. Que caiga la leche por sus mejillas
y el Rey abra la boca.
Que allane el camino con su lengua.
Que saboree el líquido y se lo trague.
¡Trague, trague su Majestad!
¡Trague, para que la lengua jamás tenga sabor
a herencia de conquista!
¡Trague, para desatar a las palabras de sus lastres
de cruces y de oro!
 
¡Escribir!
¡Por la abolición de la realidad!
¡Por la abolición de esa turra! ¡Por la abolición
de ese mamotreto trivial y espantoso!
¡Por la abolición de esta entidad que desprecio
desde la adolescencia!
¡Por la abolición de este acuario
de cardúmenes cansinos!
¡Por la abolición de este conglomerado
de genitales marchitos!
 
¡Escribir!
Por la abolición de la realidad y su hermana:
la normalidad.
Para acabar con la normalidad.
Para acabar con la normalidad
en su diagrama infame que cruza
la fábrica con la escuela.
Desde su consolidación en el diseño
de una arquitectura idéntica de cárceles y manicomios;
desde las calles creadas para tanques de guerra,
hasta las guerras para expandir el capital.
Para acabar con la estupidez del obrero sacralizado
y con el maestro que se sacrifica
por “el futuro de la nación”.
Para acabar con la normalidad
de los parabrisas en los autos nerviosos
que insultan a las lluvias de las mañanas
porque están apurados y no llegan a la oficina.
Para acabar con esas mismas mañanas frías
paridas por la pesadilla del trabajo,
los despertadores como cachiporras
y los cafés atorándose en el tedio.
Para acabar con la maldita policía,
esa piojosa señora armada
y tan amada por los normales
en su asqueante normalidad.
 
¡Y coger!
¡Por la abolición de la sexualidad!
¡Por la abolición de ese dispositivo de curas y monjas,
psicoanalistas ingarchables y pavotes progres de la ESI!
¡Y por la abolición de esa nueva sacristía moral
con pelo verde o violeta!
¡Por la abolición del escrache
y de las izquierdas punitivas!
 
¡Coger!
Por la abolición de la normalidad y su primo:
el sentido común.
Que Aristóteles se curta con su lógica.
Que P pueda ser a la vez no-P.
Porque la pe de lo poético asume la contradicción.
Porque lo poético se solaza en las paradojas.
¡Y que Platón se corte la yugular si su piel
es lastre de su espíritu!
P puede no ser idéntico a P.
Conozco tantos pelotudos idénticos entre sí.
Conozco a tantos pelotudos que actúan
con sentido común.
Conozco a tantos que, si me gustara generalizar,
diría que pelotudo es el ser por el cual
el sentido común se reproduce.
Conozco tantas sumas de uno más uno
que son iguales a tres.
P puede ser a la vez no-P y C,
entendiendo por C la primera letra
de mi diccionario escatológico.
Entendiendo por C la conjunción de la caca con la cárcel.
Entendiendo la conjunción de la caca con la cárcel
como la fórmula predilecta de los boludos
que defienden al Estado de derecho
con todo el sentido común.
 
¡Y dormir!
¡Por la abolición de la temporalidad!
¡Por la abolición del calendario!
¡Por la abolición de las líneas!
¡Qué vivan los puntos y los contrapuntos!
¡Qué vivan los Piazzollas con sus fugas y misterios!
¡Que vivan los misterios del politeísmo!
¡Y soñar!
¡Para abolir en la telaraña onírica
los principios ontológicos!
¡Para abolir el universo, para despertar
al advenimiento de multiversos!
¡Despertar del otro lado,
conversar y caminar con los muertos!
¡Para ejercer el terrorismo de la espectralidad!
¡Por la colección de sueños lúcidos
con versos multiplicados!
 
¡Y drogarse! ¡Drogarse en exceso!
¡Por la abolición de la percepción ordinaria!
¡Para que retornen los paraísos artificiales!
¡Para que sea restituida la capacidad visionaria!
¡Para que vuelva el abrazo de las brujas,
en medio de los aquelarres y del entusiasmo de la tierra!
¡Para que Dionisio nos invite a mil bacanales!
¡Para desplegar por siempre la magia, la locura
y el esoterismo!
 
¡Y amar!
¡Hasta volvernos locos!
¡Amar para abandonar toda soledad cagona!
¡Para encender la hoguera y apagar el hogar!
¡Para rozarte la piel y prenderme incendio!
¡Para abrazarte, por siempre,
mientras te amo en una desmesura
de lengua y contralengua!
¡Amar hasta arrebatarle de sus entrañas
el amor al Creador y a todos sus secuaces!
 
Para acabar con la realidad.
 
Para abolir a la cultura represiva.
 
Escribo libros para destruir.
 
Para destruir El Libro. Para expropiar el Verbo.
 
Para militar la poesía
y coger con la muerte,
pariendo mi propia inmortalidad

Del libro "Por la abolición de la realidad".

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