Es fascinante la forma en
la que el cuerpo el deseo
construye: mi cuerpo, no yo
te reclama te exige
con pro A gresiva frecuencia.
los dedos que Dios me presta
fueron hechos para tocarte. me pregunto si alguna
vez de la luna ensimismado me has honrado con la
sangre efervescente sería bello sería mutuo
arropada entre las sábanas
con las que cubren a los santos
he llorado he aborrecido
he maldecido que en efecto
merecemos que este placer nos duela
que nos asignen la eterna penitencia
el cielo en la tierra tu carne de fuego
es tan incontenible el ansia que me
posees por accidente. sigues a tu alma
pero tu alma sigue fielmente a tus dedos