(1996)
#EscritoresChilenos (De: 1996) Máscaras Rostros y
Indumentaria en brumas la caudalosa mañana desplomándose en oleadas desde el infinito En ella pereceremos,
A veces, de repente, morirme sin despedirme, a secas, cerrar la puerta de un portazo, o lenta, lentísimamemente, mirándolos de frente, desafiante,
Un ángel de luz despiadada desde la noche vendrá, un ángel de clara lectura se abrirá ante tus ojos, y nada podrán tus lobos
El día abierto de par en par, arrojando su luminosidad de novia intacta centelleante, de doncella cada día en flor, cada día iluminándome
Moriremos en otoño los poetas amortajados de niebla en la desnuda intemperie de calles al amanecer, de calles cruelmente vacías
De la noche hasta mi corazón llega… viajeros que vi partir desde mis h… y cuyo rumbo guiaron sucesos conmo… Regresan mustios y heridos, lloran… escrita en sangre y derrota la bit…
Difícil la percepción del latido del agua materna en las raíces, cuando ya la boca adiós al pezón, y la mala leche fluyendo a raudales desde el exilio,
Desde el interior de los años que el tiempo arrolló, transcurrie… desde el interior del ser adonde las cosas huyen y esperan como fieras, agazapadas,
Días de denodado silencio, días de mudez perpetua sumergido en un obscuro pozo de aguas inmisericordes, rodeado de muertas campanas.
Estupefacto ante mí mismo, pasmado de estupor delante de mi presencia escindida en numerosas presencias, girando en torno al meollo
Cólera de amar, apodera mi instrumento creativo uniendo o disgregando, creando o destruyendo, en la ansiedad de la muerte
Balada de la mala muerte, en camino por los plueberíos de una region sin sustento en mapa… ni en consejas, ni en documentos, sola aquí ni en ninguna parte.
Cuando vuelva a casa Madre me abrirá la puerta, y quedará frente a mí como una estatua viviente. ¿Qué le diré a Madre
Ocurra una flor inédita, ocurra su inédito perfume desde el útero de las cosas, una mariposa arrebolada en un color de inextinta llama,
Déjame tocar tu piel y quemarme, déjame acariciar tu cuerpo con mi mirada de varón en celo trepando las gradas de la fiebre, consumido en tus besos de piedra.