Tomás Martín Feuillet

¿Cuánto Tiene?

En el siglo en que vivimos
de progreso,
y en que de nada servimos
si no tenemos un peso,
no hay labio que no repita,
ni oído en que no resuene,
esta frase favorita:
¿cuánto tiene?
 
Cuando un joven de una niña
se enamora,
ella al momento escudriña
sin tardanza, sin demora,
no quien es, cómo se llama,
ni el lugar de dónde viene,
y por saber sólo clama:
¿cuánto tiene?
 
Y si él por desgracia es pobre,
aunque honrado,
bien que la virtud le sobre,
habrá de ser despreciado;
y pronto herirá su oído
un terrible: «no conviene»,
desde que sea conocido cuánto tiene.
 
Es Zoraida hermosa y bella
por demás,
y locos de amor por ella
están Pedro y Diego y Blas;
y con sus tres amadores
aún soltera se mantiene,
porque ignoran los señores
cuánto tiene.
 
Si se enferma don Simón
por desgracia,
y pide la confesión
para estar de Dios en gracia,
el cura a quien han llamado
de irlo a confesar se abstiene,
interín no ha averiguado
cuánto tiene.
 
Si llega del extranjero
un cualquiera
con aires de caballero,
al cruzar de una a otra acera,
cada cual, desde su casa,
pregunta, aunque se condene:
ese fulano que pasa, ¿cuánto tiene?
 
Si un médico se presenta
de otra parte,
y los milagros nos cuenta
que realiza con su arte,
por saber nadie se apura
si conoce o no la higiene,
mas preguntan con premura:
¿cuánto tiene?
 
Si amores con Inocencia
tiene Antonio,
y al padre pide licencia
para unirse en matrimonio,
no anhela saber el tonto
de dónde el yerno proviene,
mas quiere le digan pronto
cuánto tiene.
 
El matrimonio es estado
que me gusta,
y aunque de él mal han hablado,
no me amedrenta ni asusta;
mas aunque casarme quiera
no hay mujer que me encadene
si es su pregunta primera:
¿cuánto tiene?
 
Poderoso caballero,
ya otro dijo,
que es el señor don Dinero,
y este es hecho cierto y fijo:
media en todo el interés,
en todo el oro interviene,
y hoy un hombre vale y es
cuánto tiene.
 
Ved aquí lo que decía
un letrado,
al dictar el otro día
la sentencia de un malvado;
“Yo le debo condenar;
mas, antes que así lo ordene
es preciso averiguar
cuánto tiene”.
 
Es cosa atroz, criminal,
es pecado,
el no tener un real
en este siglo ilustrado...
Pero, de decir sandeces
es preciso me refrene:
yo también pregunto a veces:
¿cuánto tiene?

1856

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