Bailemos sin pensar bajo los astros
que estrellas; que planetas, que las “cruces”
que preñan la galaxia con sus luces
y el sino de los dioses en sus rastros.
Deja que tu cintura en el silencio
de las manos que sueñan con tu talle
te guíen en un tango por mi calle
mientras giro en tu voz que reverencio.
Bailemos sin parar nuestras palabras
como en un dos por cuatro de D’arienzo
y hagamos que el contacto sea intenso
volvámonos ton locos como cabras.
Si aquesto no es amor; pues lo que sea
estoy feliz con que ello me posea.