XCIV
Ni imploro tu perdón ni te perdono,
ni te guardo rencor ni te respeto,
si tardo en devolverte el abandono
repróchaselo al tono del soneto.
Rompe la veda, ensánchate, respira,
falsa moneda mancha a quien la acuña,
las heces de un amor que era mentira,
no merecen el luto de una uña.
Ni sembraré de minas tu camino,
ni comulgo con ruedas de molino,
ni cambio mi mar brava por tu calma.
El matasanos que esculpió tus tetas,
de propina, lo sé por mis tarjetas,
te alicató con silicona el alma.