Yo estoy enfermo de soledad…
Amo las viejas calles torcidas,
esas callejas desconocidas
que llevan lejos de la ciudad.
Como en la calma hallo el placer,
en vez de necias voces profanas
amo el acento de las campanas
en el fantástico atardecer.
A esa sonrisa que brota a flor
del labio impuro que amores miente,
prefiero el trino con que la fuente
bajo la luna canta su amor.
Sé que en mí mismo llevo la paz,
y me ilumino de dulce calma
cuando permito que mire mi alma
todas las cosas que dejo atrás.