Como ente maligno cortaste mi sonrisa, deteniendo las intenciones del sol, que eran buenas.
Arrastraste la oscuridad de tus ojos hacia mí, abofeteando la realidad, obstruyendo la inesperada casualidad.
¿No es acaso una ofensa?
¿O simple miedo de verme a los ojos y encontrarnos de pronto en la inmensidad del espacio, que siempre nos hace malas jugadas?