Reinaldo Arenas

Si te llamaras Nelson (A un joven norteamericano)

Los que te tienen, oh libertad, no te conocen

José Martí

Si te llamaras Nelson
estarías ahora desfilando marcialmente
(mano levantada, paso firme, pelo al rape)
frente a la tribuna donde el Jefe
conceda quizás la gracias de un saludo.

Si te llamaras Nelson
grabarías en la memoria esta escena
y luego clandestinamente
en el breve descanso o el pase reglamentario
(veinticuatro horas)
escribirías.

Si te llamaras Nelson
pasarías días enteros (los mejores) en la cola
del helado
pasarías toda tu vida esperando un par de zapatos
que una tía “bondadosa” prometió enviarte de “El Norte”.

Si te llamaras Nelson
estarías ahora siendo interrogado
no porque hayas protestado públicamente
no porque hayas salido a la calle con tus hermosos cabellos sueltos
no porque hayas criticado abiertamente
como haces aquí
el sistema (allí nadie se atrevería a tanto)
sino porque alguien descubrió que eras poeta
o algo por el estilo
y por lo tanto ya esgrimen contra ti
“el cuerpo del delito”.

Si te llamaras Nelson
de la misma plaza donde gritas o te diviertes
serías conducido a un campo de trabajo forzado
te levantarías al alba y contarías las horas
solo por la llegada del camión custodiado
que te llevará al barracón.

Si te llamaras Nelson
por lo que haces por lo que no haces
llevarías siempre un mono azul, una cabeza rapada
unas botas rusas molestísimas y un número
junto al pecho.

Si te llamaras Nelson
conocerías el verdadero significado
de esa libertad que desprecias y atacas
porque nunca la habrías disfrutado.

Si te llamaras Nelson
estarías ahora intentando salir de tu país
estarías ahora lanzándote al mar
estarías ahora siendo capturado en pleno vuelo
estarías siendo capturado antes de que iniciases la estampida
(el mejor delator es allí siempre tu mejor amigo)
estarías ahora otra vez incomunicado y esperando la sentencia
estarías ahora caminando con las manos atadas
hacia el pelotón de fusilamiento.

Si te llamaras Nelson
tendrías como única recompensa a toda tu vida
la visión de tus propios hermanos apuntándote.
Pero si te llamaras Nelson
ni siquiera en el momento en que la metralla entra en tu cuerpo
podrás gritar
como gritas aquí defendiendo impunemente a los verdugos
porque ellos hombres previsores
te llevarán amordazado al paredón.

Si te llamaras Nelson
estarías ahora pudriéndote en una fosa común
estarías ahora enterrado en un lugar anónimo
que nadie irá a fotografiar
estarías ahora bien sepultado en un hueco
donde nadie irá a descubrirte ni sabrá qué hiciste
ni quién fuiste
ni si realmente has existido.

Si te llamaras Nelson
comprenderías lo que significa esa libertad
gracias a la cual ( y contra la cual) gritas y
comenzarías a conocerte y a despreciarte.

Pero te llamas Jimmy, Tom, Eddy y ya recoges la pancarta, impresa en tinta impecable. Tomas el tren o el auto y regresas a casa pues esta noche has de estar ready para asistir al concierto de los Rolling Stone (ya tienes el pulóver lumínico) en el Madison Square Garden o ver el Festival de Cine soviético (qué progresistas) en el Carnegie Hall Cinema. Y luego, con un grupo de amigos (o de amigas), riendo, bebiendo, fumando, aullando de vida, Village abajo, rumbo al río.

Si te llamaras Nelson...

(Nueva York, 14 de agosto de 1981)

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