Rafael de León

Romance de los ojos verdes

—¿De dónde vienes tan tarde?
¡Dime, di! ¿De dónde vienes?
—Vengo de ver unos ojos
verdes como el trigo verde.
El sueño juega y se esconde
en la plaza de mi frente;
cabalgo por las ojeras
de unos ojos en relieve.
El cuarto se va llenando
de mar, de barcos y peces,
acuarium improvisado
sobre el barniz de los muebles,
mientras que la media luna
de junio roja y solemne
se suicida sobre el filo
de la mañana que viene.
—¿De dónde vienes cantando?
¡Dime, di! ¿De dónde vienes?
—Vengo de ver unos ojos
verdes como el limón verde.
Por el río de la siesta
pasa un pregón hecho nieve
persianas atravesando:
Chumbos frescos, ¿quién los quiere?
La sábana de la cama
en silencio se defiende
amortajando suspiros
bajo la cal de sus pliegues
contra dos cuerpos desnudos
que su blancura oscurece;
muslos de trigo en mis muslos
brazos delgados y ardientes
que como ríos morenos
iluminados de fiebre
se precipitan sin pulso
por la llanura del vientre
en una lucha romana
de mirtos y de laureles.
—¿Dónde naciste?—En Tarifa,
¿Y tú? –En Sevilla.
Mis sienes
están preñadas de olivos
como tus ojos de verdes.
El silencio apuñalado
vuelve a sembrar las paredes
y un sueño de torres altas
y de relojes ausentes
sobre la cama cansada
echa su capa de nieve.
—¿De dónde vienes borracho?
¡Dime, di! ¿De dónde vienes?
—Vengo... vengo de la viña
y el olivarito verde.
—¿Qué mala hierba pisaste,
quién te atravesó las sienes
con ese mal fario...? ¡Dime!
—Son las cosas de la suerte,
unos la encuentran de espaldas,
otros la encuentran de frente,
y yo me encontré a sus ojos
verdes como el trigo verde.
—¿Quieres que te haga una taza
de hierbabuena caliente?
—Quiero su voz, luna y plata
diciéndome que me quiere.
—¿Quieres que te ate un pañuelo
y te lo anude a la frente?
—Quiero sus brazos de trigo
y su cintura de aceite.
—¿Quieres que cante una nana
para ver si así te duermes?
—Quiero sentirme en el cuello
su aliento de flauta breve.
—Entonces... mi corazón,
dime, ¡por Dios! lo que quieres.
—Quiero sus ojos. Sus ojos
verdes como el trigo verde,
como el limón y la albahaca,
como el mar y los cipreses,
como las almendras nuevas,
el romero y los laureles...
Si no me traes sus ojos,
¡dile que venga la muerte!
Préféré par...
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