Siempre andar de bajada o de subida,
entrar, salir y entrar… ir al mercado.
¿A cómo están los huevos? ¿Y el pescado?
Se va en comer y en descomer la vida.
Ir a los templos, ya la fe perdida,
sentirse el alma allí gato encerrado.
Volver al aire… beber vino aguado…
ir al río… y de nuevo, la comida.
Leer el diario y lamentar que todo
si no es papel higiénico es retrete,
crimen, vómito, incienso, servilleta.
Llorar porque no ha sido de otro modo
lo que ya se fue en panza y en moflete…
ésta en Roma es la vida de un poeta.