«No vine a ti para alabar
la niebla que te difumina
ni esa escarcha que te hace entrar
en una caja cristalina.
Ni vine a ver cómo se clava
tu más fina torre en el cielo
ni si tu nieve es un pañuelo
sobre los puentes del Moldava.
Vine de lejos, desterrado,
a contemplar sencillamente
cómo de tu hermoso pasado
se alza robusto tu presente.»