Isaac Freire

Semilla de mi lágrima

A ti, Azul runa

...
 
El cuerpo se abre.
Herida en la constelación
hay estrellas allá arriba y allá abajo
hay ojos en las huellas
hay pupilas en las casas
hay lunares en mi boca
uno están muy detrás en la sombra
y otros aparecen en el extremo de los labios.
Alto fuego en la colina,
espigas verdes danzando al sol.
Alma contra jugada
hay lunares y espacios que viajan con los viajeros.
La cruz del sur ardió en mí,
en la fría noche de mi existencia
la cruz del sur se parecen tanto a tus lunares.
 
Hay ojos fugaces que no conozco
la asfixiante estrella abierta en mi piel de muchacho;
nunca olvidaré como me salva tu cuerpo
Todos anhelamos algo
todos preferimos un camino y una piel
pero nos toca la muerte
 
Luz del envés
grano de sal
nácar alto; piel danzante
semilla de mi lágrima.
 
II
 
No duermo en la estela de la noche
ni en el hueco que hicieron las flores en mí
va y viene mi ruido por la ciudades.
Las ausencias tienen forma de sombra
que hieren
que matan
que pesan
que se desgarran
 
Me viene el ruido en la cima de la tarde
en la transparencia del desierto
un ruido como una quietud imprevista
un ruido que se transporta por todas mis presencias
un ruido que va por los álamos
un ruido que va por la marea  de la vida
un ruido que se va dejando una playa abandonada
crece como el polvo
pasan las horas, días y calendarios
y me suena ese ruido como algo invisible.
Un ruido entre un verano y otro
 
Haces de luz
vegetal oceánico
danzo con dos alas en una sala vacía
 
Aparece una luz por el envés del día
soy yo y mi ruido me inunda: ¿Qué día estaré solo?
He de brillar yo también hasta mi último día.
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