Isaac Freire

Me sorprendiste ebrio

...
¡Me sorprendiste ebrio!
 
Caballero de la noche
Divinidad de agua al pensarte, reponerse.
 
*
Antes del ser y del estar,
antes de las calles y los pupitres,
antes de los bosques y las gradas,
antes de las musitadas combinaciones del yo.
Antes de mí, eras tú:
espacio indivisible de doce pieles,
un hombre casi con el alma sobresalida de la tierra,
unos días en tus cabellos
y unos ojos saltones y de luto
por las cornisas y, en las comisuras
de tus labios el éxtasis y
el alma de los cerezos.
 
Ahora vienes y me conviertes en granjero,
en un discípulo del trigo y del maíz,
en el ciudadano más anciano
llegando furioso al tiempo de la vida.
 
Ahora vienes como semilla,
surcando y hablando de la arcilla,
de lo que soy y de lo que busco,
de lo que eres y de lo que conviertes.
 
Vienes solo, pero
con las todas las cosas por suceder,
con las tizas en camino de extinción y
con la danza debajo de tu pecho.
 
Pues déjame decirte que:
Siempre estaremos solos: prontamente lejanos.
Siempre estaremos tú y yo: días de naufragio:
cuando las orillas nos llamen a vernos hacia abajo
con la mitad de los ojos
poblaremos la tierra
y venceremos en el reino de la madera.
 
Comenzará la vida
donde siempre ha permanecido así.
 
*
Cuándo el sol me anunciaba las 10 del día
yo ya estaba en medio de la plaza
con el montón de castillos de mermelada en mis manos
y un trozo de hielo en mi boca
por no verte.
 
Legué al centro del mundo
y en mí, como en las amapolas:
el sol quema hasta las cicatrices.
Iba y venía con el viento
resucitándole con cada palmo.
Llegaste y la vida se me hacía lenta
y yo ya me adentraba a golpear las paredes
con un puñado de arroz.
 
Me adentraba en el silencio y transitaba
por las finas hebras de tu saco amarillo.
 
Veía las puertas de las plantas vacías y yo
me preparaba a vivir en tu alma
Tengo derecho a ser un héroe si eres tú a quien salvo.
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