Isaac Freire

La noche se deja caer sola

Por las confesiones en el tiempo final. Ah, compañero mío

Lloraba y reía ayer
mar alborotado hojas flotantes peces dormidos.
Abría el agua cuando decía agua
Abría el día cuando salía a caminar
Abría la tarde con mi aleteo submarino; en lo más
alto del alba mi luz se riega aparece sueña se despierta.
 
Mi nombre fijo rueda
estoy atado a una blancura
como el agua en el filo del día antes de que se derrame
como el viento en los cuervos
como las frutas en los templos
 
Lloraba y reía
encallaba en playas amplias
enredaderas de palabras y sucesos, mundos sin rostros
perlas selladas,
palabras cerradas todas tercas e impenetrables
todo me grita
todo toma forma de un llanto.
El cuerpo volvía irremediablemente a ser cuerpo
ojos los ojos
sillas las sillas
leche quemada por la tarde.
La noche se aleja sin volverse siquiera.
 
Lloraba y reía
Mis manos son un mar pacífico
donde cae la sombra
de una hoja poco poblada.
Nace en mí la espuma y la ola
Había soles sonrisa carne entre las sábanas
Había anillos entre el día
Había pájaros horrorizados con tanta belleza
Monzones en mi pecho
miel radiante poblaba mi vientre; ojos perfumados
algo azul, como un oro dormido.
 
Reía y lloraba
Dejé mi nombre en el rellano de la puerta,
dejé mi forma y
mis ojos cerrados,
bajo algunas flechas amazónicas
y bajo mi palabra doblada en arco.
 
Ligera luz que puebla la sombra
dos campanas se besan
dos noches penetrándose a tientas
 
Cada noche voy más al fondo
en el negro roer de un barco abandonado.
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