Gabriela Mistral

Dios me perdone este libro amargo y los hombres que sienten la vida como dulzura, me lo perdonen también.

En estos cien poemas queda sangrando un pasado doloroso, en el cual la canción se ensangrentó para aliviarme. Lo dejo tras de mí como a la hondonada sombría y por laderas más clementes subo hacia las mesetas espirituales donde una ancha luz caerá, por fin, sobre mis días. Yo cantaré desde ellas las palabras de la esperanza, sin volver a mirar mi corazón: cantaré como lo quiso un misericordioso, para «consolar a los hombres». A los treinta años, cuando escribí el «Decálogo del artista», dije este Voto.

Dios y la Vida me dejen cumplirlo [...] que me quedan por los caminos...

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