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Porque no saben quererte me dicen que eres muy fea. Duerme... Duerme... Duerme, que te coge el gato y las tijeras muerden.
La garcita campesina polainas de tierra y alitas de harina. Pañuelo al viento se ve la garza.
Zapatero de mi pueblo: usa clavitos de plata en el par de botas nuevas que quiero para mañana. Han de ser de cuero rojo,
¡Qué sol enciende el palmar cuando, guardián de su nido, rompe el sinsonte a cantar! ¡Qué cubano amanecer hay en su trino; qué luces
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
Nombres tuyos, nombres míos, que recibimos de ayer como el agua de los ríos y que debes conocer: Bejucos de la Perdiz,
¡Jey, vaya, toro, con el arreo! Los toros toros, sus cuernos cuernos, en el camino
En el río San Juan vive un pececito que aprende a nadar. Sobre el Yumirí —iris diminuto—
En su casa de hojas despierta el pájaro porque, anunciado el día, se entona el gallo. Canta seguido,
Cinta de arena para la nena. Gorro de sal para el coral. Y para el sol
Ocho mulitos tiene mi arria y todos suben por la montaña. Se ve salpicado el río
Torito camagüeyano y de la sabana rey, he venido de muy lejos queriéndote conocer. Debajo del algarrobo
De la lunita nueva vuela una garza; tiene el cuello nevado, de azul las alas. Volando viene
Aserrín Aserrán. Puñadito de violetas, limoncito verdemar, anillito de corales.
Con sus pichones la codorniz a la sabana viene a dormir. Un perro ladra