#EscritoresAndaluces #EscritoresEspañoles #SigloXX
Te dehojé, como una rosa, para verte tu alma, y no la vi. Mas todo en torno —horizontes de tierras y de mares—…
Era la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia sobre el mantel de nieve, y los geranios rojos y las pintadas manzanas coloreaban de una áspera alegría fuerte aquel...
Acabas de salir de tu alcoba... Y… está desarreglada, deshojada, marc… sobre una silla de oro, el corsé p… que llevabas la tarde de la última… En el sofá –¡oh recuerdos!– la mag…
¡Color que, un momento, el humo toma del sol que lo pasa; vida mía, vida mía, fugaz y coloreada!
Miedo. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible cielo bajo ahoga el amanecer. (No hay por dónde escapar.) Silencio... El amor se para. Tiembla la culpa. El remordimiento cierra los oj...
No sé con qué decirlo, porque aún no está hecha mi callada palabra.
En la sequedad estéril y abrasada de sol del gran corralón polvoriento, que, por despacio que se pise, lo llena a uno hasta los ojos de su blanco polvo cernido, el niño está con la fuen...
Entrando en la dehesa de los Caballos, Platero ha comenzado a cojear. Me he echado al suelo.... Platero ha dejado la mano derecha un poco levantada, mostrando la ranilla, sin fuerza y s...
¡Qué tranquilidad violeta por el sendero a la tarde! A caballo va el poeta... ¡Qué tranquilidad violeta! La dulce brisa del río,
Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero. Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas ...
¡Que goce triste este de hacer tod… Se me torna celeste la mano, me co… Y las rosas de olor, que pongo com… y los bellos cojínes, que pongo co… Y si pongo mi mano –como ella la p…
¡Qué alegría este tirar de mi freno, cada instante; este volver a poner el pie en el lugar cercano, (casi otro, casi el mismo),
¡Qué difícil es unir el tiempo de frutecer con el tiempo de sembrar! (El mundo jira que jira, ruedas que nunca se unen
¡Allá va el olor de la rosa! ¡Cójelo en tu sinrazón! ¡Allá va la luz de la luna!
Contra el cielo inespresable, el álamo, ya amarillo, instala la alta belleza de su éstasis vespertino. La luz se recoje en él