No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!
Alfredo Jiménez G.
8aDice Federico Nietzsche por medio de su Zaratustra refiriéndose al ejército: "Llevan uniformes muy vistosos, si no llevaran dentro de ustedes la uniformidad..." El presente poema de Nicolás Guillén es todo un símbolo para las causas populares, se repite con orgullo en las marchas, cuando la multitud que se expresa se encuentra frente al grupo nutrido y bien pertrechado de granaderos, pero esos "uniformados uniformizados" parecen no enterarse del profundo significado de las estrofas de Guillén y sin pensar, como una máquina desapasionada arremete contra los civiles con golpes de tolete, con gases lacrimógenos y con balazos. La desigual batalla se ve con dolorosa frecuencia. Ocurrió en Tlatelolco en 1968, en San Cosme en el '71, en Aguas Blancas, Acteal, Tlataya, Ayotzinapa y ahora lo acabamos de ver en Nochixtlán. Sólo mencionamos masacres de México pero la lista parece interminable sólo en el Continente Latinoamericano. Es el Pueblo golpeando y asesinando impunemente al Pueblo. ¿De qué se puede sentir orgulloso un soldado que mata civiles desarmados? ¿Con qué cara mirará a sus hijos? Un militar, un policía o un granadero es igual al que reprime y lesiona, pero su sueldo miserable está teñido en sangre lo mismo que sus manos. Si tan sólo fueran capaces de leer y comprender este poema... Cuando las tropas asesinas invadieron y saquearon la casa de Pablo Neruda en Santiago, quemaron su biblioteca. Pero al fin "peritos en barbarie" arrojaron a las llamas algún libro sobre "cubismo" porque les sonó a "Cuba" y salvaron de la hoguera "El Capital" de Karl Marx porque, según ellos, tenía que ver con "capitalismo" y eso debía ser bueno. Esta anécdota es totalmente verdadera y la registra Hernán Uribe en su libro sobre Pablo Neruda. Es posible que esa falta de información combinada con algún "enervante" que les agregan en la comida del cuartel, sea la causa de que no reaccionen y disparen sin piedad a sus compatriotas. Pero un día no muy lejano varios escuadrones despertarán y dirigirán sus armas hacia quienes les han ordenado asesinar... Y entonces "no quedará piedra sobre piedra" del edificio de las tiranías. ¡Así queda escrito y así será!
Alfredo Jiménez G.
8aEn mi amado país los soldados disparan contra el trabajador, masacran a los feligreses en una iglesia, asesinan estudiantes y jornaleros desarmados, incineran la evidencia de los mártires en los negados hornos crematorios de los cuarteles. Cada orden ominosa consumada tiene nombre: Cananea, Río Blanco, Tlatelolco, San Cosme, Aguas Blancas, Acteal, Tlatlaya, Ayotzinapa, Nochixtlán... Y un vergonzoso etcétera. ¿Cómo redimir la figura del soldado? ¿Cómo restituir su adjetivo de heróico? Tendría que dejar de ser aparato represor del estado fallido, lavar sus manos tintas en sangre apuntando el fusil contra los opresores en un arranque de suprema justicia. Abrir las puertas de sus instalaciones a los padres de los 43 estudiantes normalistas. Devolver a los desaparecidos, resucitar a los muertos. Marchar del lado de los oprimidos en verdadero ejército contra el explotador, el marine entrometido y contra el que se ostenta de manera tan indigna como "comandante supremo de las fuerzas armadas". Pero todo esto no ha de ocurrir mañana... Por ahora "hagamos una muralla con todas las manos blancas y negras" para impedir que pase el militar, para que nos deje vivir en paz en la intimidad de los hogares civiles. Y cantemos, cantemos con insistencia esperanzada esta bella canción del Poeta caribeño y universal Nicolás Guillén: "soy de abajo, lo eres tú" hasta que cada soldado a fuerza de escucharla, la comprenda. Cantemos esperanzados hasta que el militar se despoje de insignias opresoras y arrepentido se siente entre nosotros...