Estirpe regia, corazón gigante,
noble y gentil, gallarda la apostura,
franco el mirar en que el honor fulgura,
caballero sin tacha, esposo amante.
Glorioso y atrevido navegante,
alma sin miedo y, cual valiente, pura,
grande en la adversidad trágica y dura,
y artista y rey y soñador constante.
De tu destino ante el horrible arcano,
ante el sepulcro de tu breve gloria,
pregunto al ver tu destrozado pecho:
“¿Qué hay más grande que tú, Maximiliano?”
Y serena responderme la historia:
“La libertad de un pueblo y el derecho.”