Medardo Lafuente
    Adiós, Camagüey de ayer
    tierra de dulce leyenda,
    tierra en que puse la ofrenda,
    de la flor de mi querer;
    tierra de gentes amigas
    de costumbres patriarcales,
    de edificios señoriales
    y de églogas y cantigas.
 
    Adiós los grandes aleros,
    adiós ventana severa
    de balaustres de madera
    que inspirara a los troveros.
    Ventanas de ayer, ventanas
    testigos de los amores
    que en otros tiempos mejores
    tuvieron las hoy ancianas.
    Ciudad que en el alma llevo,
    Puerto Príncipe de antaño
    que retrocedes hogaño
    ante un Camagüey más nuevo,
 
    Sepulta pronto en olvido
    los típicos tinajones,
    los guardapolvos llorones
    y el callejón retorcido,
    modernista en buen hora,
    caigan las cosas pasadas
    ¡sobre sus ruinas sagradas
    hay un poeta que llora!
    que mientras corre el progreso
    el céfiro a cada palma
    arranca un pedazo de alma
    que es para el ayer un beso.
 
    Camagüey, se van tus rejas,
    se van tus costumbres santas,
    ya se fueron tus volantas,
    Camagüey, ¡cómo te alejas!
    Ya los tuyos son más fríos
    y en las modernas mansiones
    no caben los tinajones
    y emigran a los bohíos.
    Ya de las cosas aquellas
    que cuentan viejos ufanos
    sólo en los tiempos que andamos
    quedan tus mujeres bellas.

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