Ahora quiero amar algo lejano...
a algún hombre divino
que sea como un ave por lo dulce,
que haya habido mujeres infinitas
y sepa de otras tierras, y florezca
su palabra en sus labios, perfumada:
suerte de selva virgen bajo el viento...
Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
blanda y tranquila como espeso musgo,
tiembla mi boca y mis dedos finos,
se deshacen mis trenzas poco a poco.
Siento un vago rumor... Toda la tierra
está cantando dulcemente... Lejos
los bosques se han cargado de corolas,
desbordan los arroyos de sus cauces
y las aguas se filtran en la tierra
así como mis ojos en los ojos
que estoy soñando embelesada...
Pero
ya está bajando el sol de los montes,
las aves se acurrucan en sus nidos,
la tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca
se marcha y me abandona, con las manos
hundidas en las trenzas, con la boca
húmeda y temblorosa, con el alma
sutilizada, ardida en la esperanza
de este amor infinito que me vuelve
dulce y hermosa...
Alfredo Jiménez G.
8aSeducida por el crepúsculo, la Poeta Alfonsina Storni (pues el poema es de tono autobiográfico), inicia los preparativos para la llegada del amante etéreo, imaginado. Pero esa espera no es un sueño sin fundamento, hay indicios en todo el paisaje que sugieren la consumación de ese anhelo. El ambiente se viste de fiesta porque ha llegado la hora del ansiado encuentro. ¿Espejismo? ¿Engaños del ocaso o de la necia esperanza? Los alrededores se tiñen de sombra. La noche es la hora propicia a los amantes y es también el momento en que la soledad vuelca toda su influencia para el que extiende los brazos a la nada... Alfonsina en las tinieblas queda "dulce y hermosa", luce radiante "para nadie" como escribiera el Poeta Paul McCartney.