Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas

Ay voz secreta del amor oscuro ¡ay balido sin lanas! ¡ay herida! ¡ay aguja de hiel, camelia hundida… ¡ay corriente sin mar, ciudad sin… ¡Ay noche inmensa de perfil seguro…

La luna asoma Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables.

Pero como el amor los saeteros están ciegos. Sobre la noche verde, las saetas,

El grito deja en el viento una sombra de ciprés. (Dejadme en este campo, llorando). Todo se ha roto en el mundo.

Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,

Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables. Cuando sale la luna,

La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido

Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,

Así te vi La joven muerta en la concha de la cama, desnuda de flor y brisa surgía en la luz perenne.