#EscritoresAndaluces #EscritoresEspañoles #Generación27 #PremioNobel #SigloXX (1939-1940) Entre clavel espada la y
!Tan bien como yo estaría en una huerta del mar, contigo, hortelana mía! En un carrito tirado por un salmón,!qué alegría
De sombra, sol y muerte, volandera grana zumbando, el ruedo gira heri… por un clarín de sangre azul torer… Abanicos de aplausos, en bandadas, descienden, giradores, del tendido…
Toca la campana de la catedral. Y yo sin zapatos, yéndome a casar! Donde esta mi velo,
Dejé por ti mis bosques, mi perdid… arboleda, mis perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno de la vida. Dejé un temblor, dejé una sacudida…
Fue cuando la flor del vino se mor… y dijeron que el mar la salvaría d… Aquel día bajé a tientas a tu alma… y comprobé que un alma oculta frío… y que más de una ventana puede abr…
¡Nostalgia de los arcángeles! Yo era... Miradme. Vestido como en el mundo, ya no se me ven las alas.
Verás entre meadas y meadas, más meadas de todas las larguras: unas de perros, otras son de curas y otra quizá de monjas disfrazadas… Las verás lentas o precipitadas,
Adonde el viento, impávido, sublev… torres de luz contra la sangre mía… tú, billete, flor nueva, cortada en los balcones del tranví… Huyes, directa, rectamente liso,
¡Quiero retratarme, quiero, con mi traje de lancero, con mi casco y su plumero, y quiero ser el primero! Quietecito, quietecito
Si Garcilaso volviera, yo sería su escudero; que buen caballero era. Mi traje de marinero se trocaría en guerrera
«Trata de no mirar sus monumentos, caminante, si a Roma te encaminas. Abre cien ojos, clava cien retinas… esclavo siempre de los pavimentos. Trata de no mirar tantos portentos…
Oyes correr en Roma eternamente, en la noche, en el día, a toda hor… el agua, el agua, el agua corredor… de una fuente a otra fuente y otra… Arrebatada, acústica, demente,
A ti, nocturno, por la luz herido, luz por la sombra herida de repent… arrebatado, oscuro combatiente, claro ofensor de súbito ofendido. A ti, acosado, envuelto, interrump…
El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste
—Bien puedes amarme aquí, que la luna yo encendí, tú, por ti, sí, tú, por ti. —Sí, por mí. —Bien puedes besarme aquí,