Brothel scene, by Frans van Mieris el Viejo
Joaquín Sabina
Si, a media noche, por la carretera
que te conté,
detrás de una gasolinera
donde llené,
te hacen un guiño unas bombillas
azules, rojas y amarillas,
pórtate bien y frena.
Y, si la Magdalena
pide un trago,
tú la invitas a cien
que yo los pago.
 
Acércate a su puerta y llama
si te mueres de sed,
si ya no juegas a las damas
ni con tu mujer.
Sólo te pido que me escribas,
contándome si sigue viva
la virgen del pecado,
la novia de la flor de la saliva,
el sexo con amor de los casados.
 
Dueña de un corazón,
tan cinco estrellas,
que, hasta el hijo de un Dios,
una vez que la vio,
se fue con ella.
Y nunca le cobró
la Magdalena.
 
Si estás más solo que la luna,
déjate convencer,
brindando a mi salud, con una
que yo me sé.
Y, cuando suban las bebidas,
el doble de lo que te pida
dale por sus favores,
que, en casa de María de Magdala,
las malas compañías son las mejores.
 
Si llevas grasa en la guantera
o un alma que perder,
aparca, junto a sus caderas
de leche y miel.
Entre dos curvas redentoras
la más prohibida de las frutas
te espera hasta la aurora,
la más señora de todas las putas,
la más puta de todas las señoras.
 
Con ese corazón,
tan cinco estrellas,
que, hasta el hijo de un Dios,
una vez que la vio,
se fue con ella,
Y nunca le cobró
la Magdalena.

A media noche por la carretera, se le puede ver, con su mirada triste y sonrisa perversa, tan parecida a la "Señora Robinson", con un vestido de gasa transparente que transluce su silueta irresistible a la luz de la luna. "Si llevas grasa en la guantera y un alma que perder", sé de los afortunados que solicitan sus favores. No te olvides de escribirle al Poeta Sabina, "contándole que sigue viva". Conocerás, sin querer, si eres asiduo a la compañía de tan maravillosa Señora, a un recaudador de impuestos, a un Zelota, a un mellizo y quizá, hasta a un Judas Iscariote, "que en casa de María de Magdala, las malas compañías son las mejores". Si tienes sed y te refugias en su nocturna sombra, te saciarás en un río de leche y miel. Mujer incomparable, pues ama demasiado; tiene un corazón tan hospitalario que cautivó hasta "al hijo de un Dios" y ella tan pródiga que derramó un perfume costoso sobre sus pies y cabellos y lo enjugó con sus propias lágrimas, nunca le cobró por esa redención. ¡Salud Sabina, tú eres parte de esa eminente cofradía de malas influencias que saben vivir con intensidad!

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