Por fuera luz de plata, por dentro fuego rojo, como los cuerpos mundos del eterno tesoro.

Hojita verde con sol, tú sintetizas mi afán; afán de gozarlo todo, de hacerme en todo inmortal.

Que nada me invada de fuera, que sólo me escuche yo dentro. Yo dios de mi pecho. (Yo todo: poniente y aurora;

¡Ojos que quieren mirar alegres y miran tristes! ¡Ay, no es posible que un muro viejo

Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad. Cuando habla, le faltan notas, cual a los pianos...

—No era nadie. El agua. —¿Nadie? ¿Que no es nadie el agua? —No hay nadie. Es la flor.

Llamó mi atención, perdida por las flores de la vereda, un pajarillo lleno de luz, que, sobre el húmedo prado verde, abría sin cesar su preso vuelo policromo. Nos acercamos despacio, yo...

La tarde será un sueño de colores.… Tu fantástica risa de oro y plata derramará en la gracia de las flor… su leve y cristalina catarata. Tu cuerpo, ya sin mis amantes huel…

No, esta dulce tarde no puedo quedarme; esta tarde libre tengo que irme al aire. Al aire que ríe

Al amanecer, el mundo me besa en tu boca, mujer.

Está el cielo tan bello, que parece la tierra. (Dan ganas de volver los pies y la cabeza.)

Por fuera luz de plata, por dentro fuego rojo, como los cuerpos mundos del eterno tesoro.

Pajarillo cojido, de tu pecho dulc… por el águila negra de la muerte, ¡cómo me miras con tu ojito triste… (negro plenor sangriento de luz dé… Desde debajo de la garra inmensa,

Ante mí estás, sí. Mas me olvido de ti, pensando en ti.

Cállate, por Dios, que tú no vas a saber decírmelo. Deja que abran todos mis sueños y todos tus lirios. Mi corazón oye bien