José Angel Buesa
Ya tengo, al fin, la llave de esa puerta
que, sin ser de salida ni de entrada,
no impide el paso cuando está cerrada
ni permite pasar estando abierta.
 
Digo que tengo al fin la llave triste,
porque es triste esa llave diferente,
que es diferente porque solamente
puede abrir una puerta que no existe.
 
Pero al llegar ante la puerta oscura
que ni es puerta ni tiene cerradura,
se me perdió la llave o que sé yo.
 
Y, aunque busco la llave todavía,
de nada sirve que aparezca un día,
porque la puerta desapareció.
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